Los cambios en las frecuencias de calor y frío extremos, las frecuencias de las inundaciones y las sequías, y el perfil de los aeroalérgenos y la contaminación en el aire local afectarían directamente a la salud de la población. Otros impactos para la salud provendrían de los efectos del cambio climático en los sistemas ecológico y social. Estos efectos incluirían cambios en los brotes de enfermedades infecciosas, la producción local de alimentos y la desnutrición, y diversas consecuencias para la salud provenientes de los desplazamientos de la población y la desorganización económica. (IPCC, 2001, p. II.44)
Entre 2007 y 2016, se triplicó la cantidad de investigaciones sobre salud y cambio climático publicadas en revistas científicas en inglés (Watts et al, 2018). Entre los impactos identificados por la ciencia, figuran el aumento de la exposición a enfermedades tropicales transmitidas por vectores, una mayor exposición a olas de calor y el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, entre otros (Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, 2016; Vergara et al, 2014). A su vez, según The Lancet, “los síntomas humanos del cambio climático son indiscutibles y potencialmente irreversibles” (Watts et al, 2018, p. 581).
Históricamente, el cambio climático ha sido presentado como un problema ambiental —más recientemente, como un problema político—, pero no como un problema de salud pública. Desde las ciencias sociales, se estudia con mucho interés la manera en que se comunica un determinado tema debido a las consecuencias que esa decisión conlleva: mediante el marco que se elija —ya sea intencionalmente o no—, se estarán enfatizando ciertos aspectos del problema por sobre otros, “lo que crea un contexto determinado para la percepción del tema y la discusión alrededor de sus causas, sus riesgos y acciones de políticas posibles, además de costos y beneficios que puedan resultar de esas acciones” (Myers et al, 2012).
En los estudios de comunicación, existen diferentes definiciones para entender de qué hablamos cuando decimos encuadre —o framing, en inglés—. Una de las definiciones más citadas es la de Entman (1993), quien explica que encuadrar es “seleccionar algunos aspectos de una realidad que se percibe y darles más relevancia en un texto comunicativo, de manera que se promueva una definición del problema determinado, una interpretación causal, una evaluación moral y/o una recomendación de tratamiento para el asunto descripto” (Aruguete, 2011, p. 70).
Si pensamos en la manera en que se comunica el cambio climático, existen diferentes enfoques que permiten enfatizar ciertas dimensiones por sobre otras. Ante el aumento de la evidencia científica acerca de los impactos del cambio climático sobre la salud de las personas, profesionales de la ciencia y la medicina han alzado la voz para promover una transformación de la narrativa y posicionar al cambio climático como un problema de salud pública (Frumkin et al, 2008). A la vez, algunas investigaciones sostienen que poner el foco en los cobeneficios de la acción climática en favor de la salud de las comunidades puede incluso ser más eficiente para generar un mayor compromiso de parte de las audiencias (Maibach et al, 2010; Myers et al, 2012).
Gracias a los datos de Radar Climático, un observatorio que monitorea la cantidad de noticias sobre cambio climático que se publican en 50 medios de 13 países de América Latina —Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela—, es posible observar algunas tendencias en la cobertura en nuestra región.
En octubre de 2020, de un total de 153.641 noticias analizadas, solamente el 1,1 % estuvieron relacionadas con el cambio climático: 0,98 % lo mencionaban, mientras que en el 0,12 % era el tema principal. Estos valores son similares a los del resto de los meses de 2020 y 2019 relevados, salvo por algunas pocas excepciones. Por ejemplo, en septiembre de 2019, las protestas encabezadas por jóvenes y la Cumbre del Clima convocada por la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York impulsaron una mayor cobertura a nivel regional: del total de las noticias relevadas, 1,94 % estuvieron relacionadas con el cambio climático (1,58 % lo mencionaban, mientras que en el 0,36 % era el tema principal).
Para los medios de comunicación, la cobertura del cambio climático presenta algunos desafíos: por ejemplo, el foco puede estar puesto en la urgencia que se necesita para enfrentar el problema —“Quedan 3 años para salvar al mundo” (Aizen, 2017)— o en los beneficios de la acción climática —Lucha contra cambio climático favorecería crecimiento económico de los países (Soto, 2017)—. A la vez, es interesante explorar los diferentes enfoques utilizados para construir las noticias sobre cambio climático.
Existen diversas maneras de estudiar el encuadre de las noticias: desde una perspectiva de análisis formal-estilística, hasta aquella que está orientada al contenido, tanto en términos generales como específicos de un determinado tema (Schäfer y O’Neill, 2017). En el caso del cambio climático, es interesante estudiar los encuadres noticiosos específicos, ya que “retratan aspectos típicos de los eventos o temas, y permiten que éstos sean abordados en detalle, con un alto grado de especificidad” (Aruguete, 2011, p. 74). En este sentido, es posible hacer un recorrido por algunas investigaciones que permiten observar ciertas características de la cobertura sobre cambio climático en los medios de comunicación de América Latina.
Por ejemplo, un estudio que analizó cómo es la cobertura en cuatro medios digitales de Chile concluyó que la manera en que esos medios abordan el tema no refleja la discusión acerca de la adopción de un modelo alternativo de desarrollo, lo que favorece la postura discursiva de las élites con respecto al cambio climático (Hasbún-Mancilla et al, 2017). Otra investigación, que relevó la cobertura sobre cambio climático que realizaron ocho diarios de Perú en el contexto de la V Cumbre de Jefes de Estado de América Latina, el Caribe y la Unión Europea en 2008, encontró que las fuentes citadas eran principalmente de gobierno, mientras que los encuadres que prevalecieron fueron el político, el de los efectos y el de las soluciones (Takahashi, 2010).
A la vez, es interesante explorar los resultados de un estudio cualitativo sobre la comunicación del cambio climático en Argentina, que incluyó entrevistas a periodistas que cubren habitualmente el tema. En sus testimonios, explican las dificultades que tienen que enfrentar para lograr convencer a sus editores acerca de la importancia del tema, lo que hace que la cobertura quede relegada a las cumbres internacionales o a ciertos hechos no previsibles, como inundaciones y otros eventos climáticos extremos (Mercado-Sáez y Galarza, 2017).
En cuanto a estudios comparativos, una investigación que analizó las noticias sobre cambio climático publicadas en cuatro diarios de Argentina, Brasil, Colombia y Estados Unidos sostuvo que el enfoque que prevalece en los diarios de Brasil y Estados Unidos —grandes emisores de gases de efecto invernadero— es aquel que presenta al cambio climático desde una perspectiva económica y que destaca los avances en mitigación, mientras que en Argentina y Colombia prevalece el enfoque que plantea la urgencia de actuar frente al cambio climático y que enfatiza sus consecuencias catastróficas (Zamith et al, 2012). A la vez, un relevamiento de la cobertura de noticias sobre cambio climático en siete países de América Latina concluyó que “los planteos propositivos que aparecen en la prensa constituyen respuestas genéricas y estandarizadas en las que el periodismo alerta sobre la gravedad del problema sin señalar políticas demasiado específicas” (Kitzberger y Pérez, 2009, p. 46).