Por otro lado, el cambio climático genera cambios en la intensidad y la cantidad de precipitaciones en la región. En los últimos años, las lluvias están disminuyendo y, al mismo tiempo, fenómenos meteorológicos extremos como fuertes tormentas, heladas, caída de granizo, etc., se intensifican. “Hay mayores precipitaciones en temporadas muy cortas. Antes las lluvias eran prolongadas y había un tema de infiltración, un tema de recarga hídrica. Lo que hoy día estamos viendo es mayor escorrentía por esa precipitación continua en temporadas muy cortas”, aseguró Abdías Villoslada Taipe, jefe de la reserva paisajística Nor Yauyos Cochas. Al mismo tiempo, agregó que las repentinas heladas y granizadas están afectando las principales actividades económicas de la población.
Asimismo, en los Andes del Perú, las temporadas de lluvia y de estiaje, que es la ausencia de precipitaciones, históricamente estaban bien marcadas cada
año y, por ejemplo, los agricultores se guiaban por estas para realizar las cosechas y siembras de sus cultivos. Actualmente, las temporadas de lluvias se están retrasando y extendiendo cada vez más, lo que genera una gran incertidumbre en los pobladores de las comunidades campesinas a la hora de llevar a cabo la agricultura y la ganadería. “El periodo de lluvias, por ejemplo, antes era entre octubre y marzo. Actualmente ha variado, es de diciembre o enero
hasta febrero o marzo. También el periodo de estiaje se ha ampliado”, expresó Walter López.
Según el Ministerio del Ambiente del Perú, las lluvias disminuirán en promedio hasta en 20% para el año 2030 en los Andes del sur del país. Pero, al mismo tiempo, estas serán cada vez más intensas y, en época de estiaje, cada vez en menor cantidad. Esto va a ocasionar mayor probabilidad de desastres naturales como crecidas de ríos, inundaciones, derrumbes o huaycos; y, por otro lado, una gran escasez de agua entre los meses de agosto y septiembre. “Hay
regiones donde ya notamos un aumento o una disminución de precipitaciones, cambios en patrones de precipitación que pueden significar que hay que
adaptarse a largo plazo a un mundo con menor o mayor disponibilidad de agua”, indicó Fabián Drenkhan, geógrafo e investigador y docente en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Por otro lado, como se mencionó, el cambio climático provoca el
derretimiento de los glaciares. Este es uno de los principales impactos en la región ya que desencadenará una importante crisis hídrica en el país, la cual ya se está viviendo en diversas regiones específicas de los Andes y de la Costa Peruana. “En el año 62, registramos que las cordilleras con cobertura glaciar del Perú eran 20, con una superficie glaciar total de 2400 km cuadrados. Al año 2020, encontramos que solamente había 18 cordilleras, con 1050 km de superficie glaciar”, señaló
Roque Vargas, funcionario del Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y
Ecosistemas de Montaña -INAIGEM-. “Esto equivale a una pérdida o a un retroceso del 56% de toda la superficie glaciar del Perú en los últimos 58 años”, agregó.
Hay varios factores climáticos que aceleran esta pérdida de masa glaciar, entre ellos está el aumento de la temperatura superficial, el cambio del ciclo
hidrológico y un tema que está en plena investigación por parte de INAIGEM, denominado carbono negro, que tiene que ver con las partículas generadas desde
la quema de biomasa por la actividad directa del hombre que se acumulan en la superficie glaciar. “La superficie de los glaciares es blanca y tiene un nivel de reflectancia conocido como albedo, el cual, al contaminarse con esas partículas,
hace que los rayos solares ingresen con mayor intensidad sobre esta superficie glaciar y aumente la temperatura de esa capa de superficial, acelerando y sumando al proceso de retroceso”, explicó Roque Vargas.
El derretimiento de los glaciares está generando nuevas áreas que antes eran ocupadas justamente por los nevados. “son áreas que por primera vez se están poblando de vegetación en un proceso que se llama sucesión vegetal, que
es un proceso bastante lento”, indicó Fabián Drenkhan. Por otro lado, el retroceso glaciar ocasiona cambios en la oferta hídrica, influyendo directamente en los ecosistemas de los Andes. Por ejemplo, se genera la formación de lagunas de origen glaciar, las cuales en su mayoría son altamente peligrosas. INAIGEM ha identificado un total de 57 lagunas peligrosas a nivel nacional distribuidas en todas
las cordilleras, las cuales necesitan no solamente ser identificadas o monitoreadas, sino también se debe proponer obras de seguridad.
Estas nuevas lagunas de origen glaciar pueden ser vistas como una
oportunidad y como un riesgo a la vez. Oportunidad en el sentido de que son pequeños cuerpos hídricos que pueden servir como reservorios de agua para actividades agrícolas o para el consumo humano. Por otro lado, según expresó Fabián Drenkhan, pueden representar fuertes riesgos a nivel de lagunas que crecen tan rápidamente y son tan inestables que en algún momento pueden generar un aluvión, es decir, un desborde de una laguna glaciar que puede ser
catastrófico. Casos como estos ya han ocurrido en la historia del Perú, siendo el más representativo el desborde de la laguna Palcacocha, en Huaraz en el año
1941, el cual destruyó la tercera parte de la ciudad y ocasionó cientos de muertes.
Esta crisis hídrica, sumada a los cambios de precipitación, aumentos de temperatura y retroceso glaciar, están ocasionando fuertes impactos sobre la agricultura y la ganadería de toda región Andina del Perú. En muchas partes de
los Andes, ya se está dando la pérdida o migración de cultivos, la aparición de diferentes enfermedades y plagas tanto en vegetales como en animales, el
sobrepastoreo de los camélidos sudamericanos y ovinos ante la falta de pastos naturales, etc. “Lo que sucede es que la agricultura y la ganadería dependen del clima y, por ejemplo, si hay lluvias intensas, las actividades agrícolas y ganaderas
se afectan y esto hace que haya una pérdida de cultivos. Igualmente, si hay sequías, las afecta directamente. En los campos altoandinos, la mayor actividad
agrícola depende de la lluvia. Al no haber lluvia no hay producción. Por otro lado, en lo que respecta a ganadería, en las zonas altoandinas cuando hay heladas y
nevadas, los animales domésticos están siendo afectados porque hay mortalidad de sus crías cuando nacen”, señaló Walter López.
También se está viviendo una situación particular con las vicuñas, un animal silvestre originario y típico de la región altoandina, el cual se ve afectado por la disminución del recurso hídrico en las partes altas. Ante esto, las vicuñas migran en busca de agua a los abrevaderos de las alpacas y llamas, que son camélidos domesticados, contagiándose de enfermedades como la sarna. “Esto ha hecho que merme la población de las vicuñas en determinados espacios de la Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas”, aseguró Abdías Villoslada Taipe.
Por otro lado, los impactos sobre la biodiversidad y los ecosistemas locales son inmensos. El aumento de la temperatura y la variación de las precipitaciones están afectando la composición de las praderas naturales y los bosques andinos, disminuyendo la calidad y cantidad de los pastos y de los humedales, como por ejemplo los bofedales. “Todas las zonas páramos se están viendo afectadas por un sobrepastoreo y por la erosión misma de los suelos, los cuales pierden cada vez más su capacidad nutritiva. Ante esto, muchas especies están en pos de
desaparecer”, indicó Daniel Torpoco Rojas.
Por último, esto impacta directamente sobre los modos de vida y costumbres de la población local y las comunidades campesinas. En los últimos años,
diferentes comunidades campesinas de los Andes han tenido que irse de su lugar de origen, o lo están haciendo gradualmente, debido, por ejemplo, a la falta de agua. La migración climática ya es una realidad en el país y esta situación podría empeorar en las próximas décadas. “Los fenómenos naturales y el contexto que
vive el país, hacen que mucha gente migre a la ciudad en busca de nuevas oportunidades”, aseguró César Ipenza, abogado ambientalista. Por su parte, Ana
Espejo López expreso que va a haber una migración inminente y una agudización de la pobreza y de las desigualdades. “Seguramente vamos a llegar a un momento de no retorno, qué es una grave amenaza país”, concluyó.
Frente a todos los impactos que ocasiona el cambio climático en los Andes del Perú y, teniendo en cuenta las medidas de adaptación y mitigación y los proyectos que ya se están llevando a cabo en la región, el futuro de la población
andina, su biodiversidad y los diversos ecosistemas locales, es incierto. Según indicó Walter López, es muy importante que le demos mucha prioridad a la gestión
integral del cambio climático, no solamente en el sector público sino también en el sector privado. “Es importante que estos cambios se puedan dar para evitar que
en el futuro podamos estar viviendo migraciones, ecosistemas degradados, escasez de agua, etc.”, expresó. Lo único que resta, es actuar con urgencia y
consciencia para tratar de contrarrestar esta situación y, si es posible, revertirla.