En los años posteriores, el bosque en Paso Kurusu ha sido destruido.
Casi 20,000 hectáreas fueron despojadas de los árboles entre 2011 y 2020, a pesar de una ley nacional vigente desde 2004 que protege el Bosque Atlántico y prohíbe la tala de árboles. El dueño de esta tierra ahora arrasada es el empresario brasileño Ulises Rodríguez Teixeira.
Desde que Rodríguez Teixeira se instaló en Paraguay hace más de dos décadas, los funcionarios ambientales dicen que se ha convertido en uno de los deforestadores más prolíficos de la región oriental, donde Paraguay comparte frontera con Argentina y Brasil.
Los registros de las agencias gubernamentales de protección ambiental de Paraguay durante los últimos 10 años muestran que ningún otro empresario del sector agroindustrial ha acumulado tantas denuncias ni ha sido objeto de tantas investigaciones.
En 2017, Rodríguez Teixeira recibió la multa más grande jamás impuesta por el Ministerio de Medio Ambiente de Paraguay – USD $ 216,700 – por la deforestación de 12 propiedades que poseía entre 2011 y 2012. El Ministro de Medio Ambiente en ese momento, Rolando de Barros Barreto, firmó la orden. Pero cuatro años después, Rodríguez Teixeira no ha pagado la multa. Apeló la medida y la cuestión sigue sin resolverse en los tribunales de Paraguay.
“El nombre de Rodríguez Teixeira es referencia a la hora de hablar sobre la deforestación en la región oriental”, dice de Barros Barreto, ex ministro del Ambiente en una entrevista.
A pesar de las estrictas regulaciones ambientales de Paraguay, como la ley de Deforestación Cero que ha estado en vigor desde 2004, los datos del sistema satelital Global Forest Watch muestran que 1,276,471 hectáreas fueron arrasadas en diez de los catorce departamentos de Paraguay que forman parte del Bosque Atlántico entre 2004 y 2019. En todo ese tiempo, ni una sola persona fue condenada a la cárcel por deforestación.
No hay suficientes funcionarios ambientales para hacer cumplir las regulaciones de deforestación en Paraguay, un país de 7 millones de personas que tiene aproximadamente el tamaño de California. Y no hay jueces especializados en derecho ambiental, lo que significa que sus decisiones no suelen basarse en preocupaciones ambientales.
Luego, también existen preocupaciones económicas. El Bosque Atlántico viene siendo talado por empresas agroindustriales para dar paso a la lucrativa producción de soja y producción ganadera para la exportación de carne. Las exportaciones de soja generan un poco más de USD $ 3 mil millones por año, según la Plataforma Nacional de Commodities Sostenibles, lo que convierte a Paraguay en uno de los mayores exportadores de soja del mundo.
La ganadería paraguaya mueve unos USD $ 1,350 millones por año en exportación de carne, ubicando al país entre los principales proveedores del mundo. En la región oriental, donde está el Bosque Atlántico, se concentra el 52 por ciento de todo el ganado del país, según datos de la Mesa Paraguaya de Carne Sostenible.
La historia de la deforestación del Bosque Atlántico obedece al nulo cumplimiento de las leyes ambientales y a los grandes intereses económicos en competencia que se desarrolla en Paraguay. Estos vínculos se dan con Brasil, que comparte el bosque con Paraguay, y resuena en toda América Latina.
“No hicimos nada para evitar la destrucción del Bosque Atlántico del Alto Paraná”, dice Fátima Mereles, ex presidenta del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Paraguay. “Hoy, todo el Bosque Atlántico está perdiendo su capacidad de recuperación”.
La mayor parte de la tierra de Rodríguez Teixeira se encuentra en el Bosque Atlántico, una región biodiversa con más de 2,000 especies de animales. El bosque alberga más de 930 especies de aves. Y hay más de 20,000 especies de plantas en el Bosque Atlántico, el 40 por ciento de las cuales no se encuentran en ningún otro lugar de la Tierra. Se han registrado al menos 450 especies de árboles en solo una hectárea del Bosque Atlántico.
El Bosque Atlántico es superado solo por el Amazonas en importancia ecológica y ambiental en América Latina, según el Fondo Mundial para la Naturaleza. Pero también es considerado uno de los más amenazados.
El majestuoso bosque una vez se extendió por más de 1,294,994 kilómetros cuadrados en Brasil, Paraguay y Argentina. En los últimos 10 años, el 85 por ciento del bosque original fue arrasado, dejando solo 194,249 kilómetros cuadrados intactos.
Paraguay posee una riqueza de ecosistemas que los biólogos y especialistas ambientales consideran únicos. Dividida en dos regiones distintas, la oriental y la occidental, cada una forma parte de una importante ecorregión de América Latina.
En la región oriental, el Bosque Atlántico cubre diez departamentos y al menos veinte áreas silvestres protegidas, incluida la Reserva de la Biosfera del Bosque Mbaracayú, una de las dos biosferas naturales reconocidas por la UNESCO en Paraguay. La otra es la Reserva de la Biosfera del Chaco.
En la región occidental, la parte alta del Chaco paraguayo forma parte del Gran Pantanal, el humedal más grande del mundo, compartido con Bolivia y Brasil. Algunos especialistas lo consideran el ecosistema con mayor biodiversidad del planeta. Es el hogar de especies como la nutria gigante (Pteronura brasiliensis) y el armadillo gigante (Priodontes maximus) que están clasificados en peligro de extinción y no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.
Luego está el acuífero Guaraní, el tercer reservorio subterráneo de agua dulce más importante del mundo. El acuífero cubre partes de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. En Paraguay, 10 de los departamentos que forman parte del Bosque Atlántico se encuentran en el acuífero.
Las áreas silvestres protegidas fueron establecidas en 1994 por el gobierno paraguayo en respuesta a la alta tasa de deforestación que ya estaba ocurriendo. La idea, en principio, era crear un sistema donde la intervención público-privada aseguraría la conservación.
Pero 27 años después, la deforestación continúa.
Es en esta zona conocida como Bosque Atlántico Alto Paraná, critica para el ambiente, donde Rodríguez Teixeira se asentó y estableció sus operaciones de ganadería y soja.
Paraguay, país de oportunidades
Ulisess Rodrigues Teixeira tenía menos de 40 años cuando llegó a Paraguay a fines de la década de 1990. Provenía del estado de Paraná, en el sur de Brasil, donde ya era un influyente empresario. En 1992, representó al gobierno brasileño durante su 21ª Misión Económica a Japón. En Paraná, su familia aún tiene inversiones y empresas en el sector agrícola.
Se instaló entre los departamentos de San Pedro y Canindeyú, pero no fue el único empresario brasileño que echó raíces en la región. En esta zona de Paraguay cercana a la frontera con Brasil las inversiones tienen acento portugués. Para Teixeira fue como estar en casa.
Los brasileños comenzaron a llegar a Paraguay en la década de 1960, atraídos por tierras cultivables baratas en la región que limita con Brasil. Talaron árboles para la agricultura a gran escala, una actividad que fue bien recibida por el gobierno nacional paraguayo como una forma de convertir tierras “improductivas” en comunidades que podría mejorar la vida de las familias campesinas. Como para subrayar el punto, hay fotografías de los años 60 y 70 e incluso de los 90 con personas posando con enormes troncos de madera nativa, recién cortados y cargados en camiones en regiones del Bosque Atlántico.
La industria de la soja de Paraguay fue iniciada por productores brasileños que ayudaron al país a convertirse actualmente en el sexto mayor productor de soja y el cuarto mayor exportador del mundo. Argentina, Brasil y Rusia son los mayores compradores de las exportaciones de soja de Paraguay, que contribuyen con el 18 por ciento del PIB del país.
Hoy, aproximadamente el 14 por ciento de toda la tierra cultivable en Paraguay, unas 454,286 hectáreas, está en manos de empresarios brasileños, según De Olho nos Ruralistas, una organización de investigación que se enfoca en los agro negocios en Brasil. A fines de 2019, había 137 empresas brasileñas en Paraguay, el 32 por ciento de las empresas que operan con capital extranjero, según el Banco Central de Paraguay. La gran mayoría se dedica a la agricultura.
En el lucrativo negocio de la soja, Rodríguez Teixeira es uno de los mayores actores de Paraguay, tanto como productor de soja como propietario que arrienda su tierra para la producción de soja.
Rodríguez Teixeira, quien en Paraguay usa la versión en español de su primer nombre con una s (Ulises) y su apellido con z (Rodríguez) al final, posee al menos nueve fincas y aparece como miembro de la junta en al menos otras dos empresas vinculadas a la agroindustria.
La gran cantidad de propiedades que posee es más de cinco veces el tamaño de Asunción, la capital de Paraguay. En solo cinco estancias, Rodríguez Teixeira tiene 50,534 hectáreas, todas ubicadas en el Bosque Atlántico.
En muchas de las propiedades rurales que administra Rodríguez Teixeira, sus familiares también aparecen como propietarios. Por ejemplo, en los registros de INFONA, uno de los dueños de Paso Kurusu es su hija Renata Teixeira. Sus hermanos y otros familiares también aparecen como dueños de las propiedades.
Los datos del catastro rural de Paraguay muestran que Rodríguez Teixeira y su familia poseen al menos 10,000 hectáreas adicionales en otras áreas de Paraguay. Las extensas propiedades de tierra ubican a Rodríguez Teixeira en el sexto lugar entre los terratenientes brasileños en Paraguay, según un informe de De Olho nos Ruralistas.
A pesar de sus propiedades de tierra y operaciones de soja, la mayoría de los paraguayos no conocían a Ulises Rodríguez Teixeira. Pero eso cambió en octubre de 2009, cuando el periódico ABC Color publicó una bomba: Rodríguez Teixeira había cerrado un llamativo trato para vender su estancia Paso Kurusu al gobierno paraguayo.
ABC Color, uno de los diarios más leídos del país, informó que se había llegado a un acuerdo entre Rodríguez Teixeira y el gobierno del entonces presidente Fernando Lugo que establecía un pago de USD $ 30 millones por la estancia Paso Kurusu.
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Autor:
- Aldo Benítez