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Cambio climático (que difícil es ser optimista)

Crédito: halfpoint – Envato

El cambio climático:

El cambio climático ha ocurrido desde el origen mismo de la Tierra, marcando en cada suceso una suerte de selección natural. En la actualidad somos conscientes como especie que los efectos del cambio climático son cada vez más severos, y que quizás la naturaleza nos esté preparando para la próxima gran selección natural, en la cual la humanidad quedaría extinguida.

Este escenario nos tiene que movilizar para pensar la realidad de la especie desde una mirada filosófica, ontológica, más allá de lo técnico o científico, pensar en el tipo de especie que deberíamos ser: ¿una especie que subsista tratando de ganarle a las catástrofes naturales?, ¿una especie dominadora de mundos que vaya depredando de planeta en planeta?, ¿una especie en armonía con el universo y que luche por lograr y mantener el equilibrio con la naturaleza?, ¿qué especie queremos ser? A mi entender la raza humana aún no está preparada para pensar, proyectar y actuar a ese nivel.

La problemática actual con el cambio climático se presenta básicamente en el aumento del efecto invernadero. El efecto invernadero esencialmente es la capacidad que tiene la atmosfera terrestre de mantenernos protegidos y regular la temperatura del planeta para que la vida en La Tierra sea posible. Los gases nocivos para el ambiente, como el CO2, acumulados en la atmosfera provocan que ese efecto se desequilibre y la temperatura del planeta aumente. Estamos cerca de lo que llaman “el punto de no retorno”, en el cual el aumento de temperatura provocará desequilibrios irreversibles con consecuencia nefastas.

¿Es realmente tan malo el cambio climático?

El aumento desproporcionado de los efectos del cambio climático, en especial el aumento de la temperatura del planeta causa desequilibrios inmensos con consecuencias terribles: aumento de la mortalidad por olas de calor, apariciones de epidemias donde antes no había, inundaciones, migraciones de población, falta de suministro de agua potable, aguas contaminadas, sequías, falta de alimentos, extinción de especies animales y vegetales, un total desequilibrio de los ecosistemas más variados.
A cada efecto del cambio climático le sucede una tragedia social, derretimiento de hielos que provocan inundaciones, sequías extremas que provocan incendios y falta de alimentos, formación de tornados y huracanes que destrozan poblaciones.
Debemos entender que con la naturaleza no se negocia, en esta contienda no somos los que dominan, somos los dominados.

Crédito: Pilat666 – Envato

Al mismo tiempo estos efectos desmedidos cambian los modelos de producción y de consumo, atentando contra la supervivencia de la especie.
Para los tomadores de decisiones, estos eventos extremos (inundaciones y sequías) son “calamidades ocasionales”, no se hacen cargo de que estos eventos son causados por sus actos o su inacción.

Hoy la tecnología nos permite monitorear el planeta y hacer modelos de pronósticos para pensar en futuros escenarios y soluciones. El ser humano deberá buscar la forma de adaptarse, de seguro podrá hacerlo, ya lo ha hecho antes. La lucha contra el cambio climático tiene dos objetivos importantes: preservar los recursos y procesos naturales y preservar la especie humana, todo lo que se haga para lograr un objetivo no debe ir en desmedro del otro.

Viendo las consecuencias devastadoras del cambio climático cabe preguntarnos, ¿por qué a poca gente le importa?

¿Quién es el culpable?

Salta a las claras que fue la acción del ser humano, con sus modelos de producción y consumo, la que nos puso en esta situación extrema.
Sin embargo, la sociedad en su conjunto (ciudadanos y estados), levanta su dedo acusador contra el individuo común, devenido en el “nuevo ser ecológico”, aquel que no desperdicia el agua en el baño, el que apaga las luces cuando no las usa, el que recicla, reduce y reutiliza, el que va al super con su bolsa, el que separa la basura y el que es respetuoso del medio ambiente. Mientras esto sucede, mientras todos asumimos la culpa e intentamos ser cada vez mejores seres ecológicos, los grandes responsables (empresas y estados) explotan la naturaleza hasta agotar sus recursos y como resultado de ello contaminan el planeta. El no querer ver a los grandes responsables es una decisión política y económica. El efecto es enorme y es doble, se reducen los recursos disponibles y se contamina el planeta. No nos conformemos con el “algo están haciendo”, esa acción debe ser interpelada.

Una construcción colectiva:

El ser ecológico es parte de una sociedad en la cual están también los grandes responsables. Esta sociedad debe regirse por políticas y leyes que se apliquen eficientemente a todos por igual y que tengan una sinergia con la naturaleza, sinergia muy bien representada por las 4 leyes de la ecología pensadas por Barry Commoner:

  1. Todo está conectado con todo lo demás: lo que afecta a uno afecta a todos.
  2. La naturaleza es más sabía que nosotros: Lo que la naturaleza no inventó es porque naturalmente no le dio resultado. El ser humano ha modificado la naturaleza en detrimento de la naturaleza misma (monocultivo, represas).
  3. En la naturaleza no hay tenedor libre: los recursos no son ilimitados.
  4. Todo va a parar a alguna parte: En la naturaleza no existe el concepto de residuo, es un concepto social humano, no hay un afuera donde sacar la basura.

En este contexto social el ser ecológico es necesario; pero no es suficiente, los millones de granitos de arena quizás no alcancen para revertir el cambio climático; se volverán suficiente solo cuando las buenas políticas se implementen y comiencen a dar resultado a nivel global. No obstante, creo en lo personal que cada aporte que hagamos en pos de la mejora del planeta no será en vano, no solo evitamos el daño, nuestra conciencia humana estará más tranquila.

Es una ironía pensar que los recursos que depredamos (petróleo, monocultivo) son más valiosos que el recurso más vital, el oxígeno que respiramos.

La parábola de la rana hervida:

Una antigua parábola señala que, si se coloca una rana dentro de una olla con agua hirviendo, la rana saltará, un reflejo instintivo para salvar su vida; pero si se coloca la rana dentro de la olla con agua al natural y se la calienta lentamente, la rana no notará los cambios de temperatura y se irá adaptado al cambio progresivamente. Al cabo de un tiempo habrá muerto hervida, no tuvo la capacidad para saltar a tiempo y salvarse. Esto en realidad es una falsa adaptación, recordemos que la rana muere. Hubiese sido una adaptación exitosa si la rana hubiese saltado a tiempo evitando su muerte.

En la actualidad, nosotros, la humanidad, somos la rana, y el recipiente que se va calentando es el planeta, y nos vamos adaptando de a poco al cambio climático sin vislumbrar el peligro que tenemos por delante.

Crédito: Mika Baumeister – Unsplash

La especie humana tiene una dicotomía intrínseca, salvamos especies de su extinción al mismo tiempo que atentamos contra las fuentes de recursos que nos aseguran la supervivencia, somos tan idiotas como especie que somos la misma rana que prende el fuego y luego salta dentro de la olla.
Una pregunta ronda en mi cabeza: ¿estamos a tiempo de bajar el fuego, o de saltar?

Pensando en soluciones:

Las soluciones eficientes solo se logran a partir de información confiable, información que obtenemos de los centros de investigación y sus modelos climáticos.
Debemos exigirles a los tomadores de decisiones que lo hagan basándose en esa información confiable, y no en especulaciones políticas o económicas. Ellos deben convencerse de que el futuro bienestar de la población, en la que ellos están incluidos, debe estar relacionado principalmente con la salud y no con la mayor producción de riquezas.

Los tomadores de decisiones deberán pensar en una sociedad integral y en armonía con la naturaleza: modelos de producción y consumo, salud, trabajo, defensa y gestión de recursos, integrando al mismo tiempo distintas disciplinas en los modelos de enseñanza, aprendizaje, formación y capacitación profesional. Cuestiones técnicas vinculadas con cuestiones sociales y humanas (ingeniería con psicología y sociología). La evolución de la especie humana debe circunscribirse en ese contexto.

Hoy la tecnología no nos permite implementar soluciones globales a gran escala. Mientras tanto, lo que podemos plantearnos es hacer menos vulnerables los sectores que hoy lo son. Las personas de bajos recursos, económicos o el que fuera, quizás no tengan la opción de migrar hacia zonas menos peligrosas.

Las soluciones que surjan deberán resolver la situación actual al mismo tiempo que eviten que se siga potenciando el cambio climático.

Si se continua sin hacer mucho indefectiblemente se llegara al punto de no retorno. Hoy vemos que el borde del precipicio se nos acerca; pero estamos a tiempo de no caer.

Un mensaje claro.

No tiene mucho sentido inundar a la sociedad con datos e información que no sabría como procesar, es más efectivo que la sociedad y los tomadores de decisiones tomen conciencia a partir de un mensaje claro y conciso, “el calentamiento global nos va a matar”.

Las nuevas generaciones tienen la chance de marcar el cambio necesario, serán ellos los próximos tomadores de decisiones, el desafío que hoy ellos presentan es si habrá algo sobre lo que decidir cuando les toque hacerlo. Ellos no tendrán tiempo de discutir el cambio climático estarán ocupados lidiando con sus efectos.

Crédito: Ehimetalor Akhere Unuabona- Unsplash

Como bien dice Greta Thumberg, los dirigentes y tomadores de decisión no tienen derecho a hacernos esto.

El clima ha cambiado, nosotros deberíamos hacer lo mismo. “El compromiso es lo que transforma una promesa en realidad.”

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Créditos y autores:
  • Marcos Lanzavecchia: Director Técnico – Responsable de QA Testo Argentina – Laboratorio N.º 48 de la red INTI

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Greenwashing: Las apariencias engañan

Durante los últimos años, las estrategias dirigidas a concienciar a la población acerca del cambio climático y el calentamiento global han dado buenos resultados. Y es que, al menos desde la ciudadanía, y como consumidores, hemos iniciado a dar pequeños pasos en dirección al reciclado y a la disminución de nuestra huella de carbono.

Asimismo, las grandes y pequeñas empresas parecen haberse concienciado. Sin embargo, muchas apariencias a veces nos engañan. Sucede que, en algunos casos, lo que parecen cambios dirigidos a velar por el medio ambiente son en realidad subterfugios que se aprovechan de esa concienciación ciudadana para conseguir alguna ventaja o beneficio económico. Esto es lo que se conoce como Greenwashing.
No es un término nuevo. Según la Enciclopedia de Responsabilidad Social Empresarial, el ambientalista Jay Westerveld acuñó esta palabra en un ensayo de 1986 para referirse a la industria hotelera que promovía que los huéspedes reusaran las toallas como medida de cuidado del medio ambiente cuando en realidad el objetivo era ahorrar. El término combina las palabras green (verde) y whitewash (tapadera).

Los patrones más comunes de Greenwashing incluyen a empresas que intentan aprovechar ciertas palabras de moda en los anuncios y en las etiquetas de sus productos como, por ejemplo, «sostenible», «ecológico» y «natural». Esta práctica va en detrimento directo de la empresa si los consumidores consiguen profundizar un poco más y descubrir la verdad, lo que no sucede con tanta frecuencia como podríamos pensar.

Crédito: Brian Yurasits – Unsplash

La única forma de discernir la realidad detrás de las afirmaciones es educarse sobre cómo se usa el Greenwashing. Se ha demostrado que las iniciativas ecológicas benefician a las empresas, sin embargo, pocas situaciones pueden jugar un papel negativo a una empresa tan rápidamente como las iniciativas ecológicas falsas. Malas prácticas como el Greenwashing también afectan a los negocios, que deben tener en cuenta varios riesgos: hoy en día, muchas ONG están observando con mucha atención el trabajo de las empresas y los consumidores son mucho más conscientes de las prácticas de la empresa con respecto al entorno. Dichas maniobras tampoco han pasado desapercibidas por el sector científico, quienes este año pusieron en evidencia por primera vez un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático las estrategias de desinformación. “Quién domina el debate en los medios de comunicación, y lo abierto que puede ser ese debate, es algo que varía significativamente entre los países en función del poder material y tecnológico de los participantes. En países como Australia y Estados Unidos, las empresas de combustibles fósiles tienen acceso privilegiado a los medios a través de la publicidad, moldeando la narrativa de las informaciones de los medios y ejerciendo influencia política” declara el informe del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change 2022). En paralelo, más de 500 científicos firmaron también una carta solicitando a las agencias de relaciones públicas y de publicidad que dejen de trabajar con empresas de combustibles fósiles y que dejen de difundir desinformación sobre el clima. Es la primera vez en la historia que se unen tantos científicos para denunciar el papel de las empresas de relaciones públicas y de publicidad en la crisis climática actual. Existen innumerables casos históricos de greenwashing, por lo que surgen nuevas preocupaciones a medida que se estrecha el cerco en las prácticas insostenibles de las grandes empresas. Las estrategias de descarbonización de las empresas para lograr la neutralidad de emisiones en el año 2050 pueden convertirse en un nuevo foco para el llamado lavado verde.

Crédito: Marek Piwnicki – Unsplash

La ONU es consciente de ello, y para responder a los retos del ‘greenwashing’ ha designado este año un grupo de 17 expertos internacionales encargados de supervisar y asegurar la rendición de cuentas de las estrategias Net Zero en empresas, instituciones financieras y gobiernos locales y regionales.

Casos evidentes de Greenwashing

Una de las principales estrategias que utilizan algunas compañías para convencernos es algo tan simple como el color. Asociamos lo verde con lo sostenible y, por eso, si repentinamente cambian su apariencia y se tiñen de esta tonalidad podemos pensar que se han pasado a un estilo de producción más sostenible.
Una petrolera que cambia toda su imagen a tonalidades verdes y utiliza logos que remiten a formas de la naturaleza, una gran empresa gubernamental que alienta el fin de la comunicación impresa utilizando argumentos falsos sobre la sostenibilidad o una empresa de venta de café que anuncia una nueva tapa para sus vasos descartables.

Cómo evitar ser víctimas del Greenwashing

El greenwashing se manifiesta de varias maneras, y para ser claros, a menudo sucede involuntariamente con las mejores intenciones, pero sin la debida previsión o estrategia.
Parte de las prácticas que podemos asimilar cotidianamente de cara al consumo de productos deberían ser las siguientes:

  • Leer atentamente las letras pequeñas de los envases. El empaquetado puede revelar todo tipo de información sobre cuán ecológico es realmente un producto. Por ejemplo, el producto puede ser empacado en cartón 100% reciclado, pero ¿qué pasa con los ingredientes o componentes del producto real contenido en él? Toma en cuenta que muy pocos productos son 100% ecológicos.
Evitar productos que hagan afirmaciones irrelevantes, como «libres de CFC» (los CFC-clorofluorocarburos- están prohibidos hace más de 20 años).
  • Biodegradables y su fin. Los productos biodegradables son aquellos que se descomponen cuando se exponen a la luz solar, el aire, la humedad, ciertas bacterias u otros organismos. Sin embargo, la mayor parte de la basura termina en vertederos que evitan el contacto de los residuos con estos elementos. Esto evita contaminar el ambiente, pero retrasa el proceso de descomposición. Por eso, una empresa no debería decir que es biodegradable a menos que explique cuánto tiempo le va a llevar el proceso y en qué medida se degradará.

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Créditos y autores:
  • Diego Scaravaglione

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Educomunicar la crisis climática

La responsabilidad social de los medios de comunicación con respecto a la crisis climática es indudable, como también lo es su contribución a la Education for Environmental Citizenship, que busca desarrollar en la ciudadanía las competencias necesarias para una implicación cívica activa y crítica en este problema de dimensiones globales.

Sonia Parratt, María Ángeles Chaparro, Montse Mera y Javier Mayoral han creado una guía con el objetivo de fomentar una cobertura mediática del cambio climático desde la perspectiva de la educomunicación, término que alude a promover el conocimiento, el interés y la implicación de la sociedad frente al problema climático. La guía contiene estas recomendaciones dirigidas a responsables de medios de comunicación y a periodistas:

  1. Promover que la crisis climática se trate como un tema transversal incrementando su presencia en todas las secciones de los medios, puesto que sus efectos son multidimensionales.
  2. Recurrir más a géneros interpretativos y aumentar tanto la información propia frente a la procedente de agencias como el uso de fuentes científicas frente a las institucionales.
  3. Poner en contexto el fenómeno climático y hacer más hincapié en sus causas y en la responsabilidad del ser humano, no solo en sus efectos ya irreparables, para evitar el catastrofismo.
  4. Cuando sea necesario transmitir cuestiones técnicas o abstractas, incluir explicaciones sencillas y utilizar ejemplos ilustrativos.
  5. Ofrecer más información de proximidad, que ayuda a relacionar el problema climático con el entorno más cercano y a tomar conciencia de la necesidad de introducir cambios en los hábitos cotidianos.
  6. Priorizar, cuando sea posible, el periodismo constructivo o de soluciones mediante enfoques más positivos que catastrofistas. Es decir, transmitir que “todos/as podemos hacer algo”.
  7. Ofrecer orientaciones concretas sobre cómo actuar de forma individual frente al fenómeno climático: “qué puedo hacer yo”.
  8. Aprovechar las herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías para presentar contenidos de formas novedosas, como recursos multimedia y formatos interactivos.
  9. Incrementar la actividad en redes sociales, donde los periodistas consiguen un gran número de interacciones con respecto al tema climático y, por tanto, pueden desempeñar un importante rol educomunicador.
  10. Ofrecer a los periodistas oportunidades de formación y especialización en la materia, dada la complejidad y la envergadura de la crisis climática.
  11. Mejorar el contacto y el diálogo con investigadores que estudian la comunicación del cambio climático.

El contenido de esta guía forma parte del proyecto Cambio climático y participación social: la contribución de los medios de comunicación y sus redes sociales a la implicación ciudadana (PR108/20-21), dirigido por Sonia Parratt y financiado por Santander-Universidad Complutense, cuyos resultados principales se recogen en el libro Educomunicar el cambio climático. Contribuciones desde los medios de comunicación (Tirant lo Blanch, 2022).

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Créditos y autores:
  • Sonia Parratt

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Periodismo ambiental: ¿qué es y cuál es su importancia en la actualidad?

El origen del periodismo se puede remontar hasta el siglo XVI e incluso hoy continúa siendo una parte crucial de la sociedad, especialmente en este mundo globalizado e interconectado. De este modo, su misión es reportar sobre los eventos actuales y cómo estos afectan la sociedad.

Así, entre las problemáticas más apremiantes hoy en día están el cambio climático, los desastres naturales, la escasez de agua y recursos, así como el peligro de extinción de numerosas especies.

En este sentido, cada vez más profesionales optan por un grado en periodismo con un enfoque ambiental, con el objetivo de actualizar sus conocimientos sobre las situaciones actuales, pudiendo informar de manera más rigurosa sobre sus consecuencias y posibles soluciones.

¿De qué se encarga exactamente el periodismo ambiental?

En su concepción más básica, un periodista ambiental es aquel que se encarga de reportar lo que está sucediendo en el medioambiente, especialmente desde una perspectiva del impacto humano sobre este.

Así, entre las temáticas que aborda el periodismo ambiental se encuentran la crisis climática, las políticas de medioambiente de diferentes gobiernos, el trabajo de ONGs para mejorar la situación actual y la protección de la flora y fauna, entre otros.

Teniendo en cuenta lo anterior, su objetivo principal es investigar y reportar sobre todas las problemáticas que afectan el ecosistema y el papel de las grandes industrias en este.

Sin embargo, las prácticas ilegales de caza, extracción de recursos y las mafias alrededor de las mismas han convertido esta profesión en una de las más arriesgadas. De acuerdo con el portal de noticias EuroNews, durante la última década han sido asesinados al menos 30 reporteros ambientales.

Tan solo en diciembre de 2021, el periodista pakistaní Nazim Jokhiyo fue asesinado por reportar la caza ilegal de pájaros protegidos.

De este modo, cada vez más organizaciones, entre las que se encuentra Reporteros sin Fronteras, se han unido para proteger a los periodistas ambientales, difundiendo su trabajo con el objetivo de educar y concienciar al público, así como para demandar responsabilidad por parte de los organismos reguladores.

¿Cuál es la importancia del periodismo ambiental?

A pesar de que el activismo ambiental apareció desde el siglo pasado, no ha sido sino en los últimos 10 años cuando la sociedad ha empezado a notar los efectos del cambio climático. Un ejemplo de esto es la reciente ola de calor en Europa y los incendios en Australia.

En este escenario, el periodismo ambiental juega un papel clave en la conciencia social. Otra de sus funciones importantes es hablar de la injusticia que prevalece en los países productores de materias primas o también llamados “en vías de desarrollo”.

Asimismo, la labor investigativa sobre las políticas gubernamentales y las estrategias de empresas multinacionales es menester ya que, en muchos casos, estos datos son de difícil acceso o no se difunden de manera transparente desde los organismos.

Si algo ha demostrado la historia es que la educación es una poderosa herramienta al momento de ofrecer soluciones. A nivel mundial, se está trabajando por mejorar la situación de recursos naturales, la contaminación y la crisis climática y una parte decisiva de estas soluciones radican en el periodismo ambiental.

Desafíos actuales del periodismo ambiental

Además de ser un trabajo caracterizado por los múltiples riesgos a los que se enfrentan los periodistas, se han destacado dos dificultades principales. Por un lado, la divulgación científica requiere de una especialización previa para poder transmitir la información con veracidad. Así, los programas actuales de periodismo ambiental han orientado sus planes de estudio hacia la investigación científica, dotando a los profesionales de las herramientas necesarias para comunicar los datos de manera rigurosa, pero utilizando un lenguaje cercano.

Por otra parte, existe un acceso limitado a la información sobre los responsables de la explotación inapropiada del medioambiente, así como del papel de los gobiernos en esta. De esta forma, en ocasiones la labor del periodista puede verse frustrada e incluso sometida al tráfico de influencias, convirtiéndose en un auténtico reto periodístico.

Aun así, se espera que siga obteniendo relevancia el trabajo de los reporteros ambientales y que la sociedad, junto con los gobiernos, generen un cambio radical en su relación con el medioambiente para afrontar la crisis actual.

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Créditos y autores:
  • María Fernanda Motta Tacchella

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Cuatro países Latinoamericanos anunciaron más áreas protegidas marinas

Altice Arena: donde se realizó la segunda Conferencia del Océano de Naciones Unidas Patricia Figueiredo Becaria Earth Journalism Network (EJN)

Si algo quedó claro para todos los participantes fue que solo un océano sano con abundante biodiversidad marina y costera podrá sostener la vida en la tierra y ayudar a frenar el cambio climático.

El océano tiene una importante función en la mitigación del calentamiento global al capturar carbono en grandes cantidades gracias a sus organismos marinos.

Manglares, marismas y algas contribuyen entre un 50% y un 70% en el secuestro de carbono de la atmósfera, que luego es depositado en los sedimentos marinos, según se explica en el documento de Unesco “Carbono Azul” publicado en 2019.

Una de las estrategias para favorecer la sanidad de los mares alrededor del mundo es lo que coloquialmente se conoce como 30×30. Lograr la protección de al menos el treinta por ciento del hábitat tanto terrestre como marino para el año 2030. Una demanda apoyada en la ciencia, reclamada por las organizaciones civiles, y que logró anuncios y compromisos entre algunos países presentes en la conferencia.

“Proteger al menos el 30% del hábitat marino para 2030 es una meta que resulta paradójica”, expresó el experto en políticas oceánicas internacionales el chileno Maximiliano Bello en una entrevista para Argentina realizada en el Altice Arena, donde se efectuó la conferencia. Bello, que estuvo presente por la organización Mission Blue, se refiere a que este objetivo de preservación aún debe ser revisado y aprobado en la segunda parte de la décimoquinta reunión plenaria de la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Diversidad Biológica (COP15) de las Naciones Unidas a realizarse en Canadá en diciembre del 2022. Según el Registro mundial de especies marinas, en el océano habitan alrededor de 238 mil conocidas y hay un 91% que no fueron aún descritas por la ciencia.

Las áreas marinas protegidas son necesarias para recobrar los ecosistemas marinos dañados porque posibilitan procesos de conexión entre ellos. Son las autopistas por donde transitan los organismos de los mares desde los más pequeños como el krill hasta los grandes mamíferos como las ballenas. También permiten que se regeneren poblaciones de peces diezmadas por la sobreexplotación pesquera.

Esta rehabilitación del océano es absolutamente necesaria para las comunidades costeras que viven únicamente de esos recursos.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) cuatroscientas noventa y dos millones de personas en el mundo dependen de la pesca a pequeña escala para subsistir. “Los pescadores de pequeña escala o artesanales pescan con embarcaciones pequeñas en las cercanías del puerto donde zarpan”, contó Cristina Pita investigadora del Centro de Estudios Ambientales y Marinos (Cesam) de Portugal. “Si el recurso se extingue, el impacto en la vida de esas familias o comunidades es enorme”, explicó durante un taller organizado por la Earth Journalism Netwok de Internews y Diálogo Chino en un hotel céntrico de Lisboa.

Durante los cinco días que duró la conferencia del Océano, cuatro países latinoamericanos con costa sobre el Océano Pacífico: Panamá, Ecuador, Costa Rica y Colombia, anunciaron la concreción y puesta en marcha de más áreas marinas protegidas. “Los cuatro países alinearon visiones sustentadas en lo que la ciencia ha venido reflejando” dijo Bianca Dager, Viceministra de Ambiente de Ecuador en una entrevista luego de la finalización de uno de los eventos paralelos que se llevó a cabo en la mañana del último día de la cumbre.

Bianca Dager, Viceministra de Ambiente de Ecuador. Crédito: Lucy Calderón Pineda Mentor Earth Journalism Network (EJN)

“Lo más valioso de las cumbres es lo que pasa afuera de las plenarias principales donde las reuniones bilaterales entre los países permiten acelerar decisiones que de otra manera llevarían mas tiempo”, reflexionó.

“El unir y reconocer entre los países la existencia de corredores marinos permite realizar acciones conjuntas” expresó Maximiliano Bello, uno de los impulsores del Acuerdo del Pacífico que se cerró en la Cumbre de las Américas en California, Estados Unidos en junio pasado. “Los países no solo debe prometer, deben tomar acción y entrar en la sana competencia de quién cuida más para restaurar los ecosistemas, esta es la ambición”
concluyó.

Esta historia se produjo gracias a la beca otorgada por la Earth Journalism Network de Internews, con el apoyo de la Fundación Calouste Gulbenkian en su rama de Gran Bretaña.

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Créditos y autores:
  • Gabriela Vizental

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El inicio del fin del bosque Atlántico

La estancia Paso Kurusu era un bosque de unas 20 mil hectáreas considerada vital para los corredores boscosos en la región Oriental de Paraguay. En 16 años, todo se destruyó. Créditos: Google Earth.
Hace diez años, la estancia Paso Kurusu cubría 21,834 hectáreas en el Bosque Atlántico y su terreno era considerado una de las reservas forestales más importantes de Paraguay. En ese momento, el Fondo Mundial para la Naturaleza clasificó el bosque como esencial para la conservación de corredores naturales de árboles viejos en la región oriental de Paraguay, una zona de amplias llanuras, valles y tierra roja.

En los años posteriores, el bosque en Paso Kurusu ha sido destruido.

Casi 20,000 hectáreas fueron despojadas de los árboles entre 2011 y 2020, a pesar de una ley nacional vigente desde 2004 que protege el Bosque Atlántico y prohíbe la tala de árboles. El dueño de esta tierra ahora arrasada es el empresario brasileño Ulises Rodríguez Teixeira.

Desde que Rodríguez Teixeira se instaló en Paraguay hace más de dos décadas, los funcionarios ambientales dicen que se ha convertido en uno de los deforestadores más prolíficos de la región oriental, donde Paraguay comparte frontera con Argentina y Brasil.

Los registros de las agencias gubernamentales de protección ambiental de Paraguay durante los últimos 10 años muestran que ningún otro empresario del sector agroindustrial ha acumulado tantas denuncias ni ha sido objeto de tantas investigaciones.

En 2017, Rodríguez Teixeira recibió la multa más grande jamás impuesta por el Ministerio de Medio Ambiente de Paraguay – USD $ 216,700 – por la deforestación de 12 propiedades que poseía entre 2011 y 2012. El Ministro de Medio Ambiente en ese momento, Rolando de Barros Barreto, firmó la orden. Pero cuatro años después, Rodríguez Teixeira no ha pagado la multa. Apeló la medida y la cuestión sigue sin resolverse en los tribunales de Paraguay.

“El nombre de Rodríguez Teixeira es referencia a la hora de hablar sobre la deforestación en la región oriental”, dice de Barros Barreto, ex ministro del Ambiente en una entrevista.

Todas las estancias que pertenecen a Rodríguez Teixeira en Paraguay están con deforestación. (Créditos: Pánfilo Leguizamón

A pesar de las estrictas regulaciones ambientales de Paraguay, como la ley de Deforestación Cero que ha estado en vigor desde 2004, los datos del sistema satelital Global Forest Watch muestran que 1,276,471 hectáreas fueron arrasadas en diez de los catorce departamentos de Paraguay que forman parte del Bosque Atlántico entre 2004 y 2019. En todo ese tiempo, ni una sola persona fue condenada a la cárcel por deforestación.

No hay suficientes funcionarios ambientales para hacer cumplir las regulaciones de deforestación en Paraguay, un país de 7 millones de personas que tiene aproximadamente el tamaño de California. Y no hay jueces especializados en derecho ambiental, lo que significa que sus decisiones no suelen basarse en preocupaciones ambientales.

Luego, también existen preocupaciones económicas. El Bosque Atlántico viene siendo talado por empresas agroindustriales para dar paso a la lucrativa producción de soja y producción ganadera para la exportación de carne. Las exportaciones de soja generan un poco más de USD $ 3 mil millones por año, según la Plataforma Nacional de Commodities Sostenibles, lo que convierte a Paraguay en uno de los mayores exportadores de soja del mundo.

La ganadería paraguaya mueve unos USD $ 1,350 millones por año en exportación de carne, ubicando al país entre los principales proveedores del mundo. En la región oriental, donde está el Bosque Atlántico, se concentra el 52 por ciento de todo el ganado del país, según datos de la Mesa Paraguaya de Carne Sostenible.

La historia de la deforestación del Bosque Atlántico obedece al nulo cumplimiento de las leyes ambientales y a los grandes intereses económicos en competencia que se desarrolla en Paraguay. Estos vínculos se dan con Brasil, que comparte el bosque con Paraguay, y resuena en toda América Latina.

“No hicimos nada para evitar la destrucción del Bosque Atlántico del Alto Paraná”, dice Fátima Mereles, ex presidenta del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Paraguay. “Hoy, todo el Bosque Atlántico está perdiendo su capacidad de recuperación”.

La mayor parte de la tierra de Rodríguez Teixeira se encuentra en el Bosque Atlántico, una región biodiversa con más de 2,000 especies de animales. El bosque alberga más de 930 especies de aves. Y hay más de 20,000 especies de plantas en el Bosque Atlántico, el 40 por ciento de las cuales no se encuentran en ningún otro lugar de la Tierra. Se han registrado al menos 450 especies de árboles en solo una hectárea del Bosque Atlántico.

El Bosque Atlántico es superado solo por el Amazonas en importancia ecológica y ambiental en América Latina, según el Fondo Mundial para la Naturaleza. Pero también es considerado uno de los más amenazados.

El majestuoso bosque una vez se extendió por más de 1,294,994 kilómetros cuadrados en Brasil, Paraguay y Argentina. En los últimos 10 años, el 85 por ciento del bosque original fue arrasado, dejando solo 194,249 kilómetros cuadrados intactos.

Paraguay posee una riqueza de ecosistemas que los biólogos y especialistas ambientales consideran únicos. Dividida en dos regiones distintas, la oriental y la occidental, cada una forma parte de una importante ecorregión de América Latina.

En la región oriental, el Bosque Atlántico cubre diez departamentos y al menos veinte áreas silvestres protegidas, incluida la Reserva de la Biosfera del Bosque Mbaracayú, una de las dos biosferas naturales reconocidas por la UNESCO en Paraguay. La otra es la Reserva de la Biosfera del Chaco.

En la región occidental, la parte alta del Chaco paraguayo forma parte del Gran Pantanal, el humedal más grande del mundo, compartido con Bolivia y Brasil. Algunos especialistas lo consideran el ecosistema con mayor biodiversidad del planeta. Es el hogar de especies como la nutria gigante (Pteronura brasiliensis) y el armadillo gigante (Priodontes maximus) que están clasificados en peligro de extinción y no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.

Luego está el acuífero Guaraní, el tercer reservorio subterráneo de agua dulce más importante del mundo. El acuífero cubre partes de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. En Paraguay, 10 de los departamentos que forman parte del Bosque Atlántico se encuentran en el acuífero.

Las áreas silvestres protegidas fueron establecidas en 1994 por el gobierno paraguayo en respuesta a la alta tasa de deforestación que ya estaba ocurriendo. La idea, en principio, era crear un sistema donde la intervención público-privada aseguraría la conservación.

Pero 27 años después, la deforestación continúa.

Es en esta zona conocida como Bosque Atlántico Alto Paraná, critica para el ambiente, donde Rodríguez Teixeira se asentó y estableció sus operaciones de ganadería y soja.

Paraguay, país de oportunidades

Un camión rollero de los años 90 cargando enormes troncos de árboles recién cortados del Bosque Atlántico. Hasta esos tiempos, la extracción de madera era bien visto (Créditos: Circa.1990, foto grupo de Facebook Caaguazú Unido).

Ulisess Rodrigues Teixeira tenía menos de 40 años cuando llegó a Paraguay a fines de la década de 1990. Provenía del estado de Paraná, en el sur de Brasil, donde ya era un influyente empresario. En 1992, representó al gobierno brasileño durante su 21ª Misión Económica a Japón. En Paraná, su familia aún tiene inversiones y empresas en el sector agrícola.

Se instaló entre los departamentos de San Pedro y Canindeyú, pero no fue el único empresario brasileño que echó raíces en la región. En esta zona de Paraguay cercana a la frontera con Brasil las inversiones tienen acento portugués. Para Teixeira fue como estar en casa.

Los brasileños comenzaron a llegar a Paraguay en la década de 1960, atraídos por tierras cultivables baratas en la región que limita con Brasil. Talaron árboles para la agricultura a gran escala, una actividad que fue bien recibida por el gobierno nacional paraguayo como una forma de convertir tierras “improductivas” en comunidades que podría mejorar la vida de las familias campesinas. Como para subrayar el punto, hay fotografías de los años 60 y 70 e incluso de los 90 con personas posando con enormes troncos de madera nativa, recién cortados y cargados en camiones en regiones del Bosque Atlántico.

La estancia Paso Kurusu sufrió una deforestación sostenida desde 2012. (Créditos: Archivo Fiscalía)

La industria de la soja de Paraguay fue iniciada por productores brasileños que ayudaron al país a convertirse actualmente en el sexto mayor productor de soja y el cuarto mayor exportador del mundo. Argentina, Brasil y Rusia son los mayores compradores de las exportaciones de soja de Paraguay, que contribuyen con el 18 por ciento del PIB del país.

Hoy, aproximadamente el 14 por ciento de toda la tierra cultivable en Paraguay, unas 454,286 hectáreas, está en manos de empresarios brasileños, según De Olho nos Ruralistas, una organización de investigación que se enfoca en los agro negocios en Brasil. A fines de 2019, había 137 empresas brasileñas en Paraguay, el 32 por ciento de las empresas que operan con capital extranjero, según el Banco Central de Paraguay. La gran mayoría se dedica a la agricultura.

En el lucrativo negocio de la soja, Rodríguez Teixeira es uno de los mayores actores de Paraguay, tanto como productor de soja como propietario que arrienda su tierra para la producción de soja.

Rodríguez Teixeira, quien en Paraguay usa la versión en español de su primer nombre con una s (Ulises) y su apellido con z (Rodríguez) al final, posee al menos nueve fincas y aparece como miembro de la junta en al menos otras dos empresas vinculadas a la agroindustria.

La gran cantidad de propiedades que posee es más de cinco veces el tamaño de Asunción, la capital de Paraguay. En solo cinco estancias, Rodríguez Teixeira tiene 50,534 hectáreas, todas ubicadas en el Bosque Atlántico.

En muchas de las propiedades rurales que administra Rodríguez Teixeira, sus familiares también aparecen como propietarios. Por ejemplo, en los registros de INFONA, uno de los dueños de Paso Kurusu es su hija Renata Teixeira. Sus hermanos y otros familiares también aparecen como dueños de las propiedades.

Los datos del catastro rural de Paraguay muestran que Rodríguez Teixeira y su familia poseen al menos 10,000 hectáreas adicionales en otras áreas de Paraguay. Las extensas propiedades de tierra ubican a Rodríguez Teixeira en el sexto lugar entre los terratenientes brasileños en Paraguay, según un informe de De Olho nos Ruralistas.

A pesar de sus propiedades de tierra y operaciones de soja, la mayoría de los paraguayos no conocían a Ulises Rodríguez Teixeira. Pero eso cambió en octubre de 2009, cuando el periódico ABC Color publicó una bomba: Rodríguez Teixeira había cerrado un llamativo trato para vender su estancia Paso Kurusu al gobierno paraguayo.

ABC Color, uno de los diarios más leídos del país, informó que se había llegado a un acuerdo entre Rodríguez Teixeira y el gobierno del entonces presidente Fernando Lugo que establecía un pago de USD $ 30 millones por la estancia Paso Kurusu.

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Autor:

  • Aldo Benítez

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El impacto desigual de la crisis climática

Índice

  1. El cambio climático: qué es, causas y consecuencias
  2. ¿En qué nos afecta el cambio climático?
    1. Cambio climático: ¿un problema igual para todos y todas?
    2. ¿Contribuye el cambio climático a la desigualdad social?
  3. ¿Cómo combatimos el cambio climático?
    1. ¿Cómo se planta cara al cambio climático desde los Gobiernos?
    2. ¿Qué p hacer vos por ayudar al planeta?
      1. En tu casa
      2. Cuando cocinás
      3. Al desplazarte

1. El cambio climático: qué es, causa y evidencias

Inviernos menos fríos, una primavera más corta, cambios muy bruscos en el clima… Seguro que te suena, ¿verdad? A día de hoy, seguro que te diste cuenta de que las estaciones ya no están tan bien delimitadas como antes o de que las precipitaciones, por ejemplo, siguen patrones diferentes a los que seguían hace varias décadas.

Todo esto es consecuencia directa de lo que conocemos como cambio climático: se trata de un cambio en el clima que se produce por causas naturales, pero que también podemos atribuir, directamente, a la actividad humana. Y es una amenaza real para el planeta.

En un estado natural, la temperatura del planeta se mantiene gracias al equilibro entre tres factores: el efecto invernadero, que regula el calor que retiene la atmósfera; la variación de la cantidad de energía que llega a la Tierra procedente del Sol; y los cambios que hacen que la atmósfera refleje más o menos calor hacia el espacio. Los cambios en estos tres puntos hacen que el clima vaya variando a lo largo de los siglos, pero el problema real empieza cuando, por culpa de la actividad humana, modificamos alguno de ellos de una forma artificial.

Estas modificaciones se deben a que estamos vertiendo a la atmósfera una cantidad de gases de efecto invernadero mucho mayor de la que puede eliminar y, por tanto, se acumulan y provocan un aumento de las temperaturas, cambios en las precipitaciones y un aumento de los desastres naturales.

Los problemas a los que se enfrenta el planeta si no aunamos esfuerzos por detener el cambio climático son muchos y muy variados, y podrían agruparse en cuatro grandes bloques:

  • Deshielo y aumento del nivel del mar. El aumento de las temperaturas globales está provocando que los hielos perpetuos del Polo se derritan y, por tanto, aumente la cantidad de agua de los océanos. Pero también se están derritiendo las zonas glaciares de otros puntos del mundo, como Latinoamérica. Esto significa que, si no ponemos freno a la situación, muchísimas islas y ciudades costeras desaparecerán durante las próximas décadas.
  • Efecto sobre la agricultura y la pesca. Los cambios en el clima provocan daños en las cosechas: no solo por unas temperaturas más altas, sino porque se producen más sequías, más inundaciones y más desastres naturales. Además, los bancos de peces se ven afectados por cambios en las corrientes marinas y en su medio de vida, poniendo en peligro su subsistencia.
  • Enfermedades y plagas. Unas temperaturas más cálidas en todo el mundo hacen que enfermedades de carácter tropical encuentren nuevas zonas donde expandirse. Es el caso del dengue o la malaria, por ejemplo: enfermedades casi desconocidas en los países desarrollados y que podrían causar catástrofes entre la población con mucha facilidad.
  • Daños sobre la biodiversidad. Los cambios de temperatura y de precipitaciones hacen que muchísimas especies, animales y vegetales, estén en riesgo de desaparecer: es el caso de los osos polares, tal vez el más famoso, pero también el de muchas especies que subsisten en
    ecosistemas con características cada vez menos definidasa las que no tienen tiempo de adaptarse.

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Créditos y autores:

  • OXFAM Argentina

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Cooperación como herramienta clave para conservar la Antártida

Con el objetivo de alcanzar esta meta y disminuir la pérdida de la resiliencia de este frágil ecosistema, vital para la salud del planeta, ambos países presentaron por primera vez en la reunión de la CCRVMA 2018 una propuesta binacional: la creación de un Área Marina Protegida conjunta en la Península Antártica.

Desde 1959 el continente antártico se administra bajo un sistema de gobernanza internacional denominado Tratado Antártico. El objetivo de este tratado es asegurar, en interés de toda la humanidad, que la Antártida continúe utilizándose siempre exclusivamente para fines pacíficos y que no llegue a ser escenario u objeto de discordia internacional. Es en este sentido, y considerando a la Antártida como un regulador del clima mundial en tiempos cada vez más desafiantes para resistir las consecuencias del cambio climático global, que la creación de un Área Marina Protegida (AMP) en la Península Antártica se ha convertido de una urgencia vital.

En este camino, Argentina y Chile decidieron trabajar con una mirada integradora que permita impulsar la creación de un sistema de AMP, en un claro indicio de que el camino para construir los escenarios futuros es cooperando de manera regional e internacional, fortaleciendo las relaciones bilaterales.
Ante este desafío, nuestro presente exige la cooperación de las naciones para contrarrestar las problemáticas ambientales, en pos de un futuro posible.

La cooperación antártica

En materia de asuntos antárticos, tanto Argentina como Chile vienen desarrollando una política muy inteligente de apoyo y reconocimiento mutuo que se remonta a 1948. En efecto, de los siete países reclamantes originales de soberanía sobre el continente, previos a la firma del Tratado Antártico en 1959, son los únicos que reconocen de manera recíproca sus derechos territoriales además de figurar entre los doce signatarios originales del acuerdo. Cabe recordar, de todos modos, que la aceptación de ese tratado implica la suspensión de dichos reclamos en el tiempo.

Ya en nuestros días y luego de casi 60 años de vigencia, el sistema del Tratado Antártico ha demostrado ser una eficaz herramienta internacional para la conservación de la Antártida como un continente que por sus especiales características está dedicado a la paz, a la investigación científica y a la cooperación.

Sin embargo, hoy el continente antártico y todo su complejo y rico ecosistema enfrentan serios riesgos. El cambio climático y la presión sobre recursos pesqueros como el kril antártico o la merluza negra, amenazan con provocar serios desequilibrios en esa zona tan importante para la regulación del clima mundial. El solo ejemplo del kril debe llamarnos a la reflexión sobre cómo una fuerte presión extractiva en ese recurso vital para la vida antártica puede dañar el delicado equilibrio antártico. Es tan así su importancia que el kril forma la base de la cadena trófica del complejo ecosistema antártico representado por pingüinos, ballenas, focas, diversas aves, entre otros, que dependen de ese diminuto crustáceo para vivir.

Por esta razón, en 1982 entra en vigor la CCRVMA (Convención para la Conservación de Recursos Vivos Marinos Antárticos) la cual, como parte del Sistema del Tratado Antártico, se encarga de la conservación de esos recursos naturales, y en la que actualmente se está dando un debate profundo sobre la creación de una red de Áreas Marinas Protegidas que permitan salvaguardar la vida en el Continente Blanco. En este contexto, y retomando la relación cooperativa entre la Argentina y Chile, en la reunión de la CCRVMA de 2018, ambos países presentaron una propuesta binacional para la creación de un Área Marina Protegida en la Península Antártica. Este proyecto de AMP y su ubicación representa una verdadera herramienta de conservación de la fauna marina y el ecosistema antártico en general, ya que también por el efecto del calentamiento global hay en algunos puntos de la península un derretimiento progresivo del hielo, lo que afecta las zonas de cría del kril antártico, tan vital para la cadena alimenticia antártica. Si a esto le sumamos la presión pesquera, la resultante es un fuerte impacto sobre la población de especies de aves y mamíferos ligados al kril. Por eso el proyecto de AMP prevé zonas de pesca prohibida que permitan la recuperación del crustáceo y, por ende, de las otras especies asociadas.

Esta presentación se suma a la política de inspección conjunta de bases y otras políticas conjuntas como la patrulla antártica binacional, dando un gran paso no solo hacia la conservación del ecosistema antártico, sino en el fortalecimiento del Sistema del Tratado Antártico en su conjunto.

Argentina y Chile

Desde las restauraciones democráticas en ambos países, las repúblicas de Argentina y Chile han ido consolidando un camino de creciente cooperación regional e internacional que permite mirar la relación bilateral como un buen ejemplo de madurez política. En este sentido, Vida Silvestre auspicia la creación de un sistema de áreas marinas protegidas que permitan atender a estos fenómenos, con el objetivo de mantener las condiciones naturales que permiten el desarrollo de la vida y por los efectos indirectos de este aspecto hacia el fortalecimiento del vínculo bilateral.

La importancia del Krill para los océanos del sur.

  1. El krill antártico depende del hielo marino para la reproducción. Sus larvas y juveniles nadan cerca del fondo del hielo marino, donde se alimentan de algas en el invierno.
  2. Las temperaturas alrededor de la Península Antártica están aumentando más rápido que en cualquier otro lugar de la Tierra, lo que lleva a reducciones drásticas en el hielo marino y disminuciones posteriores en la abundancia de krill.
  3. Los científicos creen que la pérdida de hielo marino a lo largo de la Península Antártica está contribuyendo a la disminución de poblaciones de pingüinos emperador, Adelia y barbijo, en parte porque algunas especies de pingüinos dependen del hielo para la cría y crianza de sus polluelos y debido a la pérdida de hielo marino, que está reduciendo la abundancia de su comida favorita: el krill.
  4. El krill antártico es una especie clave, que sirve como una fuente importante de alimento para más del 25 por ciento de las especies en la red alimenticia antártica. El krill es la presa de elección para los pingüinos, focas, ballenas y muchas especies de peces. Proporcionan más del 96 por ciento de las necesidades calóricas de las aves marinas antárticas y los mamíferos marinos.
  5. Los pingüinos representan el 90 por ciento de todas las masas de aves marinas en la Península Antártica y el Mar de Escocia. Como centinelas de la salud del océano, ayudan a los científicos a comprender cómo reaccionarán otros depredadores a los cambios en los ecosistemas y la disponibilidad de presas.
  6.  Los barcos de arrastre de krill concentran la actividad de pesca cerca de las áreas costeras donde se juntan las poblaciones de pingüinos y focas para reproducirse. Esto reduce la abundancia de kril local cerca de las colonias de pingüinos y puede ser perjudicial para la supervivencia de los pingüinos.
  7. Debido a la disminución en el krill, los pingüinos deben nadar más lejos de la costa para alimentarse, lo que disminuye su éxito en la cría y la crianza de sus polluelos.
  8. El aumento de la pesca de krill y la disminución de la abundancia de krill aumenta la competencia por los alimentos entre las especies depredadoras.
  9. El krill se usa para hacer alimentos para granjas industriales y acuicultura, y también se hace en suplementos de omega-3.

Créditos y autores:

  • Alejandro Ursino
  • USH Magazine en conjunto con Fundación Vida Silvestre, entidad asociada a la Organización Mundial de Conservación (World Wildlife Fund).

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Un grupo de expertos plantea que se reconozca una nueva época de la Tierra: el Antropoceno

El geólogo y paleontólogo británico Jan Zalasiewicz es uno de los cofundadores del Grupo de Trabajo del Antropoceno, quienes desde hace más de diez años vienen reuniendo evidencia para que la Comisión Internacional de Estratigrafía incorpore oficialmente esta nueva época a la carta cronoestratigráfica internacional.

En diálogo con el autor, el académico de la Universidad de Leicester, Inglaterra, explicó que “el Antropoceno es un cambio reciente a escala de época, en el que los impactos humanos asociados con la industrialización moderna y la globalización se han vuelto abrumadores (y efectivamente irreversibles)”. Estos incluyen “el calentamiento global antropogénico, la pérdida de biodiversidad, los cambios en el paisaje, muchas formas de contaminación y las señales geológicas que generan”.

Este cambio global ha estado bajo la lupa desde 1986, cuando el Consejo Internacional de Ciencias dio luz verde al Programa Internacional Biosfera-Geosfera. Tras 14 años de investigación, uno de sus referentes, el fallecido nobel de química Paul Crutzen, concluyó que la Tierra había abandonado la -relativamente estable- época del Holoceno, en la que surgió la civilización humana, para ingresar a la del Antropoceno. El equipo que cofundó con Zalasiewicz ahora debe determinar el lugar exacto en el que esta época comenzó.

“Una gama de posibles ubicaciones está siendo analizada en todo el mundo, y la mejor será propuesta como referencia mundial para el inicio del Antropoceno, a ser decidida por la Comisión Internacional de Estratigrafía”, explica Zalasiewicz. Para eso, el equipo ha decidido buscar el límite en depósitos lacustres y capas de hielo: “Muestran una amplia gama de señales geológicas que reflejan los cambios globales a gran escala que tuvieron lugar a mediados del siglo XX”.

Los primeros impactos humanos

Ocurrieron hace 3700 años, cuando la agricultura alteró el dióxido de carbono lo suficiente como para mantener el calor estable y retrasar una nueva glaciación. Esto llevó al concepto de “Antropoceno temprano”, para diferenciarlo de las primeras propuestas, como la de Crutzen, que lo vincularon con la Revolución Industrial. Pero un examen más reciente del grupo ha identificado su inicio con el fin de la Segunda Guerra Mundial, un proceso conocido como la Gran Aceleración.

Según Zalasiewicz, por fuera de las ciencias terrestres no todos entienden lo mismo por Antropoceno. “Una de las tareas a las que nos enfrentamos es comprender, aclarar y resolver las distintas interpretaciones del Antropoceno”, indica. Una confusión común es entenderlo como “la época de los humanos”, lo que no es cierto. El sufijo ceno fue introducido por Charles Lyell, padre de la geología moderna. Proviene del griego kainos, que significa “reciente” y se utilizó en referencia a la era cenozoica, que surgió con el dominio de los mamíferos (Cenozoico quiere decir “animales recientes”).

Diversas capas

Lyell distinguió varias capas con distintos niveles de registros fósiles. A cada uno lo bautizó según la cantidad de registros encontrados. Por ejemplo, Mioceno quiere decir “pocos registros fósiles son recientes” (meios es “pocos”), y Holoceno significa “todos los registros fósiles son recientes” (Holos es “todo”). Así, Antropoceno no significa era humana, sino época en la que los estratos están dominados por “registros fósiles de origen humano reciente”.

El equipo está buscando un límite formal en estratos que muestren señales variadas, como “radionucleidos artificiales, partículas de plástico y cenizas volátiles de la quema de hidrocarburos industriales, que caracterizan claramente a los estratos de los últimos setenta años como distintos de todos los estratos anteriores”.

Sin embargo, la geología ha sido una ciencia conservadora, porque no se ha basado en la experimentación, sino en la observación. Un ejemplo clásico de esto está en las conclusiones de los primeros geólogos, que eran aristócratas y sacerdotes que creían, junto con el obispo irlandés James Ussher, que el mundo había sido creado por Dios el 23 de octubre del año 4004 a.C. (del calendario juliano).

Según Zalasiewicz, “el Antropoceno es geológicamente real, y esto es ampliamente aceptado. Los obstáculos a la formalización, que pueden ser percibidos por los geólogos acostumbrados a trabajar en escalas de tiempo de millones de años utilizando evidencia geológica clásica, pueden incluir la brevedad del Antropoceno hasta ahora (el equivalente a una sola vida humana), la naturaleza nueva y sin precedentes de algunas de sus señales geológicas, como los ‘tecnofósiles’, a menudo hechos de materiales novedosos como los plásticos, y el uso del término mucho más allá de la geología, incluso en discusiones sociopolíticas”.

Pero sea formalizado o no, para el fundador de este equipo de expertos el Antropoceno “ya representa un medio nuevo, generalizado y útil para considerar los cambios en curso en nuestro planeta”.

Créditos y autores:
  • Roberto Andrés Ríos Díaz

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El tiempo se agota

Nuestro planeta está siendo gravemente perjudicado por los efectos del cambio climático y las actividades humanas que contaminan el ambiente. La Amazonía Peruana no es la excepción: sus ríos, sus bosques, su flora, su fauna y sus diversos ecosistemas, se encuentran en peligro a causa de la minería ilegal, la instalación excesiva de centrales hidroeléctricas, la agricultura no sostenible y la tala indiscriminada. El futuro de esta región y el de su población es incierto e incluso, las Comunidades Nativas -pueblos originarios que habitan allí desde hace miles de años- corren el riesgo de desaparecer.

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Deforestación de la Amazonía

En la Amazonía, la cuenca de bosque tropical más grande del mundo, la deforestación ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. Esto se debe en gran parte a la utilización del suelo del bosque para actividades como la agricultura o la ganadería.
En la Selva Central de la Amazonía Peruana -una región subtropical ubicada en el centro del país, repleta de cerros y ríos, y denominada “la puerta de entrada a la Amazonía” debido a su ubicación justo a un costado de la cordillera de los Andes-, el aumento de la deforestación es innegable y está generando un paisaje desolador.
Ante esta destrucción de los bosques, los pueblos originarios que habitan la Amazonía son una de las poblaciones más vulnerables. La extinción de diferentes especies animales y vegetales, los enfrenta a la modificación e incluso a la pérdida de sus costumbres, de sus hábitos, y hasta de su propia identidad ancestral; y además, en ocasiones, los obliga a abandonar sus territorios de forma involuntaria.
Según Lino Hereña, miembro de la Comunidad Nativa Asháninka “Bajo Kimiriki”, ya no existe un control natural del bosque ni del medio ambiente. “Aquí ya no hay animales como el Tapir, el Samani, el Cutpe o el Paujil, especies que antes habitaban la Selva junto a nosotros. Lo mismo con algunas plantas o árboles frutales que ya desaparecieron”, señaló.
Campos de Piña
Por su parte, Teddy Sinacay, líder de la Comunidad nativa Asháninka “Impitato Cascada”, coincide en que en la actualidad en Selva Central “prácticamente ya no hay bosque” y aseguró que la supervivencia de los pueblos originarios está en riesgo debido a esta escasez de animales y de vegetación. “Ya no podemos cazar, no podemos pescar porque los ríos están contaminados, y ni siquiera podemos acceder a nuestras plantas medicinales. Entonces, ¿Cómo vamos a sobrevivir?”, afirmó con tristeza.
Las proyecciones calculan que el uso del suelo para la agricultura en Selva Central se incrementará en más del 30% para el año 2035. Ante esto, Manuel Albán, Ingeniero Agrónomo que trabaja junto a Comunidades Nativas desde hace años, aseguró que el cambio en el uso de los suelos es uno de los mayores problemas actualmente en esta región. “Aquí se realizan muchos cultivos de piña, kion -jengibre- o cúrcuma, y eso es un pecado porque prácticamente se queman bosques, se cultiva y luego esa tierra queda degradada”, expresó. Y agregó que para que esa tierra vuelva a recuperar la cobertura vegetal que inicialmente tenía, deben pasar largos períodos.

Impactos de la minería y las centrales hidroeléctricas

La actividad minera -legal e ilegal- abunda en Selva Central y en toda la Amazonía peruana, y las consecuencias negativas que ésta genera sobre el medio ambiente son notorias. Carlos Chavarría, al mando del Frente de Defensa Ambiental de la ciudad de Pichanaki -FREDAPI-, lucha hace varios años en defensa de la naturaleza que lo rodea y no puede concebir que se dañe de esta forma el medio ambiente. “Por la actividad minera, se han contaminado los ríos, se está afectando a las plantas, a los animales y, por consiguiente, a la población local”, expresó con angustia. Además, confesó que muchos de estos daños son irreversibles y que si no se frena todo esto, las consecuencias y los cambios negativos en el futuro van a ser mayores.
Además de la actividad minera, existe otra amenaza latente en la Amazonía, que es la excesiva instalación de centrales hidroeléctricas en toda la región, la cual genera impactos en el medio ambiente como la alteración del régimen hídrico, la reducción de la biodiversidad, la contaminación de las aguas, el aumento de la deforestación y la destrucción de los bosques. Tampoco deben olvidarse los numerosos impactos sociales que pueden generarse tanto en la etapa de construcción como en la de operación de las centrales hidroeléctricas.
Central Hidroeléctrica
Miguel Samaniego, miembro de la Comunidad Nativa Asháninka “San Miguel”, expresó la postura de todos los pueblos originarios con respecto a la instalación de empresas que obtienen los recursos de la Amazonía: “Para nosotros, toda intervención de cualquier empresa que genere algún cambio en la naturaleza, provoca un daño irreversible que afecta a toda la población de la Selva Central”. Además, señaló que existe una vulneración de los derechos que no hablan, como el agua, los árboles, los insectos y los animales, “la tierra no habla, nosotros debemos hablar por ella”, aseguró.

El cambio climático y sus efectos en la Amazonía

Todas las actividades mencionadas anteriormente, además de dañar los ecosistemas y la biodiversidad, y de generar contaminación en el ambiente, contribuyen directa o indirectamente en la emisión de gases de efecto invernadero, y por ende son en parte responsables del actual calentamiento global que afecta a la Amazonía y al mundo entero.
Uno de los principales efectos del cambio climático en esta región es la modificación de la temperatura. Según un estudio realizado por el Instituto Geofísico del Perú, la temperatura máxima en la Amazonía peruana es cada vez más intensa y, por ende, los días en Selva Central tienden a ser más calurosos. El presidente del Frente de Defensa Ambiental de Perené -FREDAPE-, Domingo Suárez, expresó que antiguamente en la región la temperatura más alta llegaba a los 35° o 36°, pero que hoy en día, llega a los 39° o 40°. “Todos los habitantes de la zona afirman que el calor es insoportable y mucho más fuerte que antes”, aseguró.
Otro de los efectos del cambio climático actual en Selva Central es la modificación en la frecuencia de las precipitaciones. Durante un año, llueve cada vez menos, sin embargo se producen lluvias intensas que se concentran en menor tiempo. Esto ocasiona por un lado, una mayor duración de los periodos secos y, en consecuencia, menor disponibilidad de agua; y por otro, la ocurrencia de eventos meteorológicos extremos como inundaciones, lluvias intensas o huaycos -desprendimientos de tierra-. Así lo confirmó Miguel Samaniego, miembro de una Comunidad Nativa: “Ahora llueve con fuerza y como ya no hay vegetación en los cerros debido a la deforestación, se producen desastres. Antes, los árboles mismos agarraban las piedras a la tierra, en cambio, ahora llueve y produce huaycos e inundaciones”.
Por otro lado, uno de los mayores problemas que está ocasionando el cambio climático en Perú es el retroceso de los glaciares, como sucede con el nevado de Huaytapallana, que a la fecha ha perdido cerca de 5.300 metros cúbicos de masa glaciar. Esto trae consecuencias devastadoras: muchas especies que antes habitaban allí, han desaparecido o se han desplazado y además, el ciclo hidrológico de toda la Selva Central se encuentra alterado. Cabe destacar que los glaciares de la zona andina desempeñan un papel clave en el sistema hidrológico de la Amazonía y constituyen reservorios y fuentes de agua necesarios para el consumo humano. Por este motivo, cuando se ven afectados, condicionan enormemente el desarrollo de la región.

¿Qué futuro le depara a la Selva Central?

Perú está entre los países más vulnerables a los efectos del cambio climático; y la Selva Central de la Amazonía de este país, entre las regiones más vulnerables a nivel nacional. Esto lleva a preguntarse si se está haciendo todo lo posible por proteger esta zona, si la sociedad que la habita es consciente de esta problemática y, en definitiva, si podemos tener esperanzas para nuestro futuro.
Selva Central
En este sentido, las opiniones son muy variadas, sin embargo, todos coinciden en que si no se hace nada para mitigar este cambio climático y si no se toma conciencia pronto, el futuro es desalentador. Domingo Suárez señaló que si no se regula la actividad de las empresas extractivas de la Amazonía peruana, el futuro será desolador para esta parte del planeta. “Si las leyes no se cambian y se siguen manteniendo como hasta ahora, favoreciendo a las empresas extranjeras, la Selva Central peruana va a convertirse en un desierto”, expresó.

¿Y Qué futuro les depara a las comunidades nativas de la Amazonía?

Los efectos del cambio climático y la contaminación del medio ambiente están perjudicándolos día a día. Están sufriendo la pérdida de los territorios que antes les pertenecían; sus costumbres, sus hábitos, y su identidad se están viendo afectados, al igual que sus modos de vida en armonía con la naturaleza. Hoy en día, más de 300.000 nativos de toda la Amazonía desconocen cuál será su futuro e incluso algunos temen por su desaparición.
Así lo reconoció Fredy Ucayali Santos, Jefe de la Comunidad Nativa Asháninka “Pampa Michi”, quién aseguró que si todo sigue igual, dentro de unos pocos años desaparecerá la raza Asháninka. “Es realmente preocupante. Nosotros no somos como una piedra, no vivimos eternamente. ¿Quiénes son los que van a sufrir? Nuestros nietos y bisnietos que van a venir”, afirmó.
Comunidad Nativa Asháninka Pampa Michi
Está claro que, para soñar con un futuro mejor, se debe actuar ya a favor del medio ambiente, no hay tiempo que perder. Así lo reconoció Walter López, especialista en Gestión del Cambio Climático del Gobierno de la región Junín: “Nosotros podemos planificar con escenarios climáticos futuros de aquí a 50 años, pero si no hay acción ya, esos escenarios van a ser peores. Entonces, el costo de no hacer nada ahora se va a elevar cada año que pase y los impactos van a ser cada vez más grandes”, aseguró.
El cambio climático es una problemática que ya está aquí. En mayor o menor medida, ya se están sintiendo sus efectos en todo el mundo. Es por eso que se debe pensar en las nuevas generaciones y actuar ya mismo si se quiere asegurar el futuro del planeta y el de todos los seres vivos que lo habitan.

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Créditos y autores:

  • Alejandro Russenberger
  • Lucie Touzi